miércoles, 1 de febrero de 2012

Una habitación para dos

Febrero 2012

Las gotas caían tímidamente en la calle. Fue acrecentando la fuerza con la que caían a medida que me acercaba a mi destino. Yo caminaba a paso ligero con la compañía de mi paraguas, aunque en pocos instantes iba a ver una invitada. Como no, X me esperaba junto al suyo cerca del punto de encuentro. Tras saludarnos, se lo guardó, me cogió del brazo, y comenzamos a caminar bajo mi paraguas. 

El frío siberiano y la manta de agua-nieve que caía sobre nosotros nos hicieron replantear qué íbamos a hacer. Antes de todo, compramos algo para llevarnos a la boca. Cada paso que dábamos significaba la vuelta al punto de partida, su portal. Minutos más tarde, llegamos mojados a pesar de nuestro intento de cobertura. Me invitó a subir a su casa por primera vez, y acepté. Arriba nos esperaba su precioso gato, con el que nos metimos dentro de su habitación con la puerta cerrada. No había nadie más.

Estuvimos hablando y riéndonos continuamente. Ella empezó a enseñarme todo lo de su habitación, tanto lo más general hasta el más pequeño detalle. Pese a todo, el centro de atención era su pequeño gato, quien me había cogido cariño y jugábamos mientras estábamos ella y yo sentados en la cama. La radio sonaba de fondo... Recuerdo que era Queen y uno de sus famosos temas. Prácticamente 2 horas juntos, conversando sobre cualquier cosa y con el ordenador portátil acomodados los dos sobre su cama. Cada sonrisa suya me llegaba como un haz de felicidad. 

Ya era tarde, el gato dormía en su rincón y el hambre de la cena apareció. Afuera me esperaba un camino de 10 minutos a pie con un viento gélido, pero esas horas junto a ella refugiados en su acogedora habitación me servía de alivio.

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