miércoles, 2 de noviembre de 2011

El inicio en una despedida

(Entrada anterior que va relacionada)

No sólo hablamos en persona, sino que, al despedirnos, no perdimos en ningún momento el contacto. Facebook era nuestra vía de comunicación. Cada día que hablaba con ella, me sacaba una sonrisa de oreja a oreja, de aquellas que únicamente aparecen frente a esa persona que hacía latir tu corazón más rápido.

En esos momentos, yo ya acababa el instituto y me disponía a hacer la Selectividad. Posiblemente en esa situación en la que sólo pensaba en X no era la más idónea para adentrarte en unas pruebas para la universidad realmente importantes. Una vez llegaron esos días, ella me daba ánimos y me deseaba suerte para el examen. Aquellas noches las pasaba hablando con ella, en vez de estudiar para los exámenes que tenía el día siguiente. Inconsciente de mí, me la jugaba, pero finalmente no tuvo repercusión alguna en mis notas finales. Después de eso, mi vida estudiantil acabó en ese mismo instante (hasta el inicio de la Universidad el 26 de Septiembre). Sólo me centraba en X, era lo único que me importaba, mas ella no había acabado aún las clases. 

Casualmente, fui invitado por la querida amiga de mi amigo (a la que le debo todo por darme la oportunidad de conocer a X) a la fiesta de despedida que tenían en su instituto de 4º ESO. Por supuesto, ese día X también iba a estar en esa fecha marcada. 

Al llegar el día, bien vestido, cual invitado a una cena de Hollywood, me dirigí con mi mejor amigo cerca de la playa del pueblo de al lado bien entrada la noche. Ahí se daban cita muchísimas personas que no conocía procedentes de los cursos de sus institutos, pero mis ojos únicamente buscaban a una persona. Cuando cruzamos miradas, ella me llamó con un simple gesto de mano y yo, obediente, me acerqué a hablar con ella.

Estuvimos hablando como si nos conociéramos de toda la vida, y empezó a presentarme a compañeros suyos. Bien es cierto que ciertas bebidas que tomé previamente me hicieron "soltarme" y perder la poca vergüenza que conservaba en mi persona. 

Terminamos la fiesta de despedida perfectamente bien y con la sensación de que no iba a ser la última vez que la vería en persona, sino todo lo contrario.

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