miércoles, 9 de noviembre de 2011

Silencios que enamoran

(Entrada anterior que va relacionada)

No pasaron ni 24 horas, y ya había quedado con ella y su mejor amiga (inseparables allá donde vayan) a petición de X. Me dijo de ir con ellas a ver un concierto de unos amigos que tocaban, y a dar una vuelta. El concierto acabó cuando llegamos y sólo nos quedó la opción de dar una vuelta. Yo iba con mis dos amigos también (por cuestión de seguridad y defender mi terreno). Fuera bromas, estuvimos realmente a gusto todos, e incluso mi amigo fue a casa de la que me presentó a X para que viniera con nosotros. 

Finalmente, acabamos cenando juntos y conociéndonos un poco más todos. X se sentía un poco cohibida y tímida, al igual que su amiga, con la diferencia que su amiga siguió así durante el transcurso de la noche. Ya de vuelta a casa, después de acompañarlas a su portal, estuve pensando y analizando todo lo que había sucedido. Las sensaciones eran fantásticas y la buena relación que llevábamos me hacía presagiar una historia de extenso argumento.

Los días pasaron y solía verla a menudo, no todos los días pero me conformaba. La sorpresa me la llevé cuando un día me llamó a las 18.00 para que fuera con ella y sus dos amigas a dar una vuelta. No me lo esperaba pero, a pesar de mis dudas por ir con 3 chicas por la calle, acepté para verla. Después de caminar un rato por el pueblo, cogimos el bus para volver a su casa. X y yo nos paramos en su portal, mientras que sus dos amigas siguieron para llegar a sus respectivas casas. En ese momento, a pesar de que había quedado con mi grupo, y llegaba 5 minutos tarde, fui a acompañarla a casa.

Estuvimos en su portal hablando durante 20 minutos aproximadamente. Me sentía tan feliz estando con ella que no me di cuenta de la hora. Mi teléfono móvil sonó 3 veces, llamadas procedentes de mis amigos olvidados, pero no respondí. Sólo me interesaba en ese momento estar junto a ella. Finalmente, llegó la hora de despedirnos, porque ya me sabía mal. Al decirle que me iba, hubo un silencio de unos segundos que se masticaron en el ambiente. Me recordó a los típicos momentos cinematográficos en el que después del silencio deriva un solo beso, pero pensé que era demasiado pronto, y decidí no estropear todo, besándola dos veces en cada una de sus suaves mejillas. Me lanzó una 'sonrisilla' y un "Adéu" más bien susurrado.

CONTINUARÁ...

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