miércoles, 16 de noviembre de 2011

El paso de los días de ese verano

(Entrada anterior que va relacionada)

Después de aquel momento tan especial a su lado, ya sólo me quedaba disfrutar de una felicidad que hace mucho tiempo que no conseguía tener. Recuerdo que, a partir de ese día, empecé a sentir un cúmulo de emociones positivas cada vez que la veía. Ya nada iba a cambiar la dinámica de nuestra gran relación (de amistad) hasta prácticamente la conclusión de las vacaciones. 

Momentos como el ir mi grupo de amigos, yo, X y su mejor amiga a Port Aventura para pasar un día mágico. Sentir su aliento tan cerca, aunque resistiéndome a hacer lo prohibido, aguantándome las ganas de decirle todo lo que tenía en mi interior y que a gritos me pedía que lo soltase, por miedo al rechazo, a causa del poco tiempo que llevábamos conociéndonos.

También increíbles momentos durante la noche cuando decidimos tomar un baño después de cenar en la piscina de un amigo. Luego recordábamos la sensación de frío en plenos verano caluroso, y nos refugiábamos como podíamos en un parque cerca de casa de X con las toallas medio-mojadas. Parecía como si el viento pretendiese algo: cuando yo tranquilamente me estiraba en la parte más baja de un tobogán, y X estaba sentada en el suelo (como su mejor amiga y mis dos amigos), incómoda por esa sensación de frío, agarró una toalla y se colocó casi sentada mis piernas, echando la cabeza hacia atrás y apoyando su cuerpo sobre el mío. Los dos tapados con la toalla, me sentí muy a gusto. Intenté abrigarla lo mejor posible y así estuvimos hasta las 5 de la mañana, hora en la que todos nos fuimos a nuestras respectivas casas.

Así hasta un sinfín de días que pasé a su lado, hasta bien acabado Agosto. Si tuviese que describir todos y cada uno de los días, se me acabarían los adjetivos para plasmar lo que sentí.


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