lunes, 20 de febrero de 2012

Una de cal y otra de arena

Fin de semana completo, en todos los sentidos. Muchos cambios de ánimo y emociones en mí, no muy común en mi persona. Se vaticinaba unos días bastantes movidos. Empezando por el viernes, de buena mañana, me dirigía a la zona del examen teórico de conducir. Tras un saco de nervios, respiraba un "yo" interior que preveía que todo iba a salir redondo, y así fue. Contento por cómo salió, volví a mi casa e hice vida normal. Ya bien entrada la tarde, supe el resultado: APTO. Una sonrisilla interminable y un peso de encima menos, que me hacían sonreír.

El sábado todo cambió. Pese a las felicitaciones por Facebook y demás, el día se presentaba sin planes. Tal y como empezó la jornada, acabé sin moverme de mi habitación, frente a la pantalla de mi portátil. Únicamente una buena amiga mía, que es prima de X, me acompaño al otro lado del WhatsApp. Una charla que duró horas, estirado en mi cama, me hizo reflexionar demasiado. X indirectamente me hace daño, sé que tengo que olvidarme lo antes posible de ella, pero soy incapaz. Básicamente ese fue el tema de la conversación.

Domingo amaneció con las mismas nubes negras que me atormentaron la noche pasada. No me apetecía nada, me sentía el más inútil del mundo y mi ira interna se centraba en X, aunque nuestra relación en ese instante era de lo mejor. Pero los trapos sucios del pasado me hicieron cambiar momentáneamente mi perspectiva hacia ella. Me habló a la tarde-noche por Facebook y yo, parco de palabras, sin hablarle como acostumbraba, a los pocos minutos me preguntó qué me sucedía. "Nada, no te preocupes, ya lo entenderás algún día", respondí. Me despedí y abrí paso a la noche de Carnaval con mis amigos en una fiesta multitudinaria en un pueblo muy conocido. El alcohol hizo de las suyas, la diversión estaba presente y, finalmente, la noche acabó a las 6 de la mañana.

Ahora necesitaré tiempo para reflexionar sobre lo sucedido en los días anteriores.

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