Las apuestas, apuestan son, así que tocó cumplirlo. X y yo, mientras una pequeña disputa por a ver quién acertaba una fecha concreta, nos quisimos apostar algo para que lo cumpliera quien no tuviese razón. Gracias a mi BlackBerry, salimos de dudas y acerté. No quise ser malo y le dije que pensara algún castigo para cumplir por fallar. Ella, hilando temas anteriores que habíamos hablado, me propuso que iría a ciegas (ojos cerrados) durante un rato por la calle. Por supuesto, acepté.
Me agarró fuerte del brazo como si le fuera la vida en ello y, sin poder ver ella, comenzamos a andar. La escena debo reconocer que era un tanto extraña pero romántica a la vez. En cierto modo era una prueba de confianza y lo superó con creces. Juntos fuimos calle arriba, abajo, izquierda y derecha, mientras el frío y la noche seguían presente en nuestro camino. Estábamos bien arropados, entre risas y demás. Estuvo cerca de 40 minutos sin abrir los ojos, sin soltarme y sin ningún gesto de vergüenza por lo que hacía sino todo lo contrario, alegre y sonriendo.
No sé exactamente qué sentí en esa situación. Realmente parecíamos una pareja, además que mis amigos y gente que nos conocen opinan lo mismo, pero yo desgraciadamente siempre debo rectificarlos al ver que, en realidad, el lazo que nos une a X y a mi es de una amistad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario